Sobre mi

 

¡Hola!

¡Gracias por haber llegado aquí, me gustaría compartir contigo mi historia!

Hasta mis 26 años, por mi inclinación profesional como médico, me consideré una persona escéptica en cuanto a temas relacionados a la espiritualidad, la metafísica o cualquier tipo de técnica que no fuese comprobable.

En ese momento de mi vida, todo transcurría de manera normal. Tenía una relación estable con mi pareja, la cual muchas personas, incluida yo, considerábamos perfecta.  Sin embargo, después de algún tiempo el decidió viajar para estudiar fuera del país, lo cual causó un gran impacto emocional negativo en mí.

Esta experiencia generó un gran vacío en mi vida y me llevó a buscar respuestas. Es así como llegó mi primer libro de Ho’ponopono. El libro describía el arte hawaiano de resolución de problemas mediante la repetición de las palabras “Lo siento, Perdóname, Gracias, Te amo.” Ahora se que la Divinidad puso ese libro en mi camino, por lo que empecé a leerlo.

Sin poder pronunciar el nombre de la técnica en ese momento, nunca imaginé que este hallazgo daría un giro completo a mi vida. Me resultó curioso que “unas simples palabras” (como aquel momento las etiqueté), tuviesen el poder de guiarme a la solución de mis problemas.

Al leer el libro, empecé a encontrar como algunas respuestas aparecían dentro de mí. Aún un tanto incrédula, decidí continuar y poner la técnica en práctica. Frente a los problemas que en ese momento vivía, comencé a sentir paz. Aunque aquellos problemas parecían seguir ahí, en mi interior cambiaba la manera de cómo los percibía.

Con el tiempo descubrí que estas palabras funcionaban como una “pastilla mágica”. Me traían paz ante situaciones que aparentemente no tenían solución para mi mente lógica. A partir de ese momento, empecé a sentir que mi alma había despertado. 

No veía las cosas de la misma manera y empezaron a llegar a mi vida otros libros maravillosos como el “Poder del Ahora” y “Conversaciones con Dios”.

Durante esta etapa, debido a mi profesión, la pregunta más común que recibía era: – ¿en qué te vas a especializar? -. A eso mi mente lógica respondía: “-busca una especialidad como todos los demás, ahí está la felicidad-”. Decidí viajar y empezar el proceso de preparación para el examen de ingreso. Poniendo en práctica mis conocimientos sobre la Ley de la Atracción, di todo de mí. Sin embargo, mientras intentaba convencerme de que este era el camino correcto, una voz interna me decía, “esto no es lo que realmente deseas”.

Mientras me preparaba, seguía practicando Ho’oponopono, y entre pausas miraba una nota que me acompañaba y decía: “lo siento, perdóname, gracias, te amo”. Al acercarse la fecha del examen, solté mis expectativas y me dije a mí misma: “-lo que tenga que ser, será-”.

Al final logré mi meta, pero lo que en ese momento fue un gran éxito para mi ego, se convirtió en algo distinto.

Después de algún tiempo de iniciada mi especialización, empecé a tener una gran sensación de infelicidad. Me aferré a Ho’oponopono y repetía una y otra vez las palabras, esto lograba traerme paz y darme una sensación de protección. En aquel momento no lograba entender como, después de todo, me encontraba en un ambiente tan negativo. Hoy sé que esa experiencia fue trascendental para situarme en mi camino actual.

Finalmente, decidí renunciar a mi especialidad. Esta decisión fue muy difícil y dio inicio a un período doloroso que trajo sentimientos negativos y dudas a cerca mi valor como persona. En ese momento encontré que compartir en mi cuenta de Instagram lo que leía, me ayudaba a dejar esos sentimientos atrás.

¡Después de algunos meses, mi cuenta empezó a crecer de manera mágica! Amaba escribir, y mi alma me decía “¡este es el camino!”. Sin embargo, seguía aferrada a la creencia de que “eres alguien por lo que tienes o logras”.

Durante años, Ho’ponopono y otras técnicas me ayudaron a despertar y borrar estas preconcepciones y otras creencias aprendidas. Finalmente, decidí ponerme en manos de Dios, e hice una “rendición”.

Esto me condujo a iniciar un Postgrado en Bioneuroemoción, el cual actualmente me permite prestar acompañamiento al despertar de la consciencia, algo que años atrás mi mente lógica jamás lo hubiera aceptado. Además, me dio la oportunidad de ser estudiante de un Curso de Milagros, el cual me ha enseñado que todo lo que conduzca a tu interior es perfecto, no importa el camino sino lo que resuene contigo y te haga bien.

Ahora puedo dar testimonio de que cuando entregas cada pensamiento, problema o situación a la Divinidad, esta te coloca exactamente donde debes estar. Años después de mi despertar, vivo cada instante “soltándo” mis problemas y confiando en que llegaron a mí es para darme la oportunidad de sanar algo en mi interior. Cada día, continuo en este maravilloso camino de autodescubrimiento y sanación, con el lema: “No importa lo doloroso que sea, cada vez que sanas una herida, sana tu alrededor, sana tu vida”.